miércoles, 11 de marzo de 2015

MI CUENTO

                                                                                                                   


LOLO EL SALTAMONTES

 

En un parque que se llamaba la Paloma al sur de Málaga vivía un pequeño saltamontes que tenia por nombre Lolo. El  parque era muy bullicioso en primavera por la gran cantidad de golondrinas que anidaban en sus frondosos arboles; Disponía de una bonita fuente  luminosa  en el medio de una laguna muy adornada con adoquines blancos. El parque a su alrededor se esparramaban unos floridos jardines llenos de patos y cisnes que entraban y salían del gran lago para refrescar sus blancas plumas.

Al parque durante el día lo visitaban turistas y gente del lugar para ver los muchos animales que allí vivían: tortugas, pavos reales, monos, conejos, ovejas y sobre todo palomas y de ahí que este parque lleve su nombre. Este parque también contaba con una zona donde los niños podían disfrutar con columpios. Las familias llevaban a sus niños para pasear, jugar e  incluso  merendar. Y aunque jugar futbol estaba prohibido son muchos los niños que llevaban un balón para jugar.

Lolo era un saltamontes de ojos compuestos de color negro y vivarachos, piel verde musgo, antenas bien delineadas y muy corpulento de esqueleto para su edad  tenia una familia abundante y los jóvenes llenos de ilusión, se unían para  comer y jugar todo el día cerca de los matorrales más bajos, y dentro de sus verdes ramas se divertían que daba gusto verles.

Un día, cuando Lolo era muy pequeño,  un niño casi lo mata mientras jugaba a la pelota con otros muchachos. Aquel pelotazo fue una pesada losa para el fuerte cuerpo de Lolo. El impacto fue tremendo, casi medio enterrado asusto a sus amigos que lo dieron por muerto pero gracias a las finas hierbas que amortiguaron el golpe se salvo.

Su madre corrió en su auxilio y trato de curarlo con sus largas antenas, pero solo logro aliviar el dolor y perdió la movilidad de una de sus extremidades. Fueron muchas horas de rehabilitación para que su pata volviera  a ser como antes, pero el daño que le causado fue muy fuerte y su minusvalía no tenia solución.  

Desde ese día Lolo no era el mismo estaba triste, solitario, muchas veces sin quererlo, ya que se acercaba a sus amigos como podía, pero ellos siempre que se escogían entre si para jugar o bien porque sabían que no era rápido o bien tropezaba mucho, nunca lo querían en su equipo y para no sentirse excluido el mismo se apartaba y los observaba desde lejos.

Por este motivo a Lolo no le gustaba ser cojo porque además de ser una gran molestia, algunos  compañeros se reían de él por que no podía saltar y le llamaban como mote Cojololo  y esto le hacia enfadarse mucho.

Los  padres de Lolo le intentaban animar diciéndole que cuando se hiciera  grande le crecerían alas y podría volar, así aunque anduviera cojo su impedimento no se notaria tanto y pasaría desapercibido delante de sus semejantes, pero aun así se sentía mal e inferior.  Un día  que paseaba por el parque oyó  una cigarra  que cantaba contenta y se acercó a escucharla.

La cigarra colgaba de la rama de un pequeño arbusto, vestía de color crema, sus ojos eran rojos y sus alas tenían un colorido naranja, miraba hacia la laguna,  era muy lista y alegre tanto que enseguida  advirtió su presencia y al ver que Lolo caminaba con problemas le pregunto que le había pasado y si quería acompañarla para jugar y cantar.

 Le explico lo que sucedió con su pata  y la cigarra le consoló y  animo a jugar y cantar.  Esta nueva amiga se llamaba Adi. Conocer a la cigarra fue muy positivo para el, ya no estaba triste y se sentía  mejor. Ambos se  hicieron muy buenos  amigos.

Lolo sin darse cuenta  pasaba mucho tiempo  junto a ella, se contaban  cuentos e historias que hacían volar su imaginación y el tener discapacidad ya no era un problema porque podía compartir con su nueva amiga muchas cosas, eran tan amigos que se regalaban flores y chocolates de Bélgica. Con el paso del tiempo Adi enseño  a cantar a su nuevo amigo y este ya cantaba como un ruiseñor tanto que parecía una misma cigarra por su entonada voz

Un día la cigarra le propuso  hacer una fiesta al lado del cuarto de herramientas del parque e invitar a sus compañeros, a él le pareció una estupenda idea y se pusieron manos a la obra enumerando todo lo que necesitaban: comida, atracciones y a quienes iban a invitar, diseñaron unas invitaciones geniales.

Ese  día Lolo quería impresionar a sus compañeros y durante semanas ensayaron una canción que le hacia latir su diminuto corazón, con ayuda de  su amiga decoraron  con muchos globos el lugar. Adi contrato castillos inflables, toboganes y una animadora. Para sorpresa de todos los invitados Lolo y su amiga cantaron  una canción que hablaba de un niño con problemas que en el cole recibía  atención especial.

 La canción emociono tanto a sus amigos que alguna lagrima resbalo entre sus verdes alas. Ese día todos sus amigos  se divirtieron mucho y Lolo se sintió súper bien.

 Después de ese día algo cambio, ya sus compañeros le llamaban por su nombre y no se reían sin motivo; ya  Lolo no veía a sus amigos desde lejos, sus compañeros le incluían siempre en sus juegos y se sentía uno más. A menudo  los papas saltamontes le pedían que cantase una canción y este les complacía con la canción de su gran amiga Adi.

FIN.