LOLO EL SALTAMONTES
En
un parque que se llamaba la Paloma al sur de Málaga vivía un pequeño saltamontes
que tenia por nombre Lolo. El parque era muy bullicioso en primavera por
la gran cantidad de golondrinas que anidaban en sus frondosos arboles; Disponía
de una bonita fuente luminosa en el medio de una laguna muy
adornada con adoquines blancos. El parque a su alrededor se esparramaban unos floridos
jardines llenos de patos y cisnes que entraban y salían del gran lago para
refrescar sus blancas plumas.
Al
parque durante el día lo visitaban turistas y gente del lugar para ver los
muchos animales que allí vivían: tortugas, pavos reales, monos, conejos, ovejas
y sobre todo palomas y de ahí que este parque lleve su nombre. Este parque
también contaba con una zona donde los niños podían disfrutar con columpios. Las
familias llevaban a sus niños para pasear, jugar e incluso merendar.
Y aunque jugar futbol estaba prohibido son muchos los niños que llevaban un
balón para jugar.
Lolo
era un saltamontes de ojos compuestos de color negro y vivarachos, piel verde musgo,
antenas bien delineadas y muy corpulento de esqueleto para su edad tenia una familia abundante y los jóvenes llenos
de ilusión, se unían para comer y jugar todo el día cerca de los
matorrales más bajos, y dentro de sus verdes ramas se divertían que daba gusto
verles.
Un
día, cuando Lolo era muy pequeño, un niño casi lo mata mientras
jugaba a la pelota con otros muchachos. Aquel pelotazo fue una pesada losa
para el fuerte cuerpo de Lolo. El impacto fue tremendo, casi medio enterrado
asusto a sus amigos que lo dieron por muerto pero gracias a las finas hierbas
que amortiguaron el golpe se salvo.
Su
madre corrió en su auxilio y trato de curarlo con sus largas antenas, pero solo
logro aliviar el dolor y perdió la movilidad de una de sus extremidades. Fueron
muchas horas de rehabilitación para que su pata volviera a ser como antes, pero el daño que le causado fue
muy fuerte y su minusvalía no tenia solución.
Desde
ese día Lolo no era el mismo estaba triste, solitario, muchas veces sin quererlo,
ya que se acercaba a sus amigos como podía, pero ellos siempre que se escogían
entre si para jugar o bien porque sabían que no era rápido o bien tropezaba mucho,
nunca lo querían en su equipo y para no sentirse excluido el mismo se apartaba
y los observaba desde lejos.
Por
este motivo a Lolo no le gustaba ser cojo porque además de ser una gran
molestia, algunos compañeros se reían de él por que no podía saltar
y le llamaban como mote Cojololo y esto le hacia enfadarse mucho.
Los
padres de Lolo le intentaban animar diciéndole que cuando se hiciera grande le crecerían alas y podría volar, así aunque
anduviera cojo su impedimento no se notaria tanto y pasaría desapercibido
delante de sus semejantes, pero aun así se sentía mal e inferior. Un día que paseaba por el parque
oyó una cigarra que cantaba
contenta y se acercó a escucharla.
La
cigarra colgaba de la rama de un pequeño arbusto, vestía de color crema, sus
ojos eran rojos y sus alas tenían un colorido naranja, miraba hacia la laguna, era muy lista y alegre tanto que enseguida advirtió su presencia y al ver que Lolo
caminaba con problemas le pregunto que le había pasado y si quería acompañarla
para jugar y cantar.
Le explico lo que sucedió con su pata y
la cigarra le consoló y animo a jugar y
cantar. Esta nueva amiga se llamaba Adi. Conocer a la cigarra fue
muy positivo para el, ya no estaba triste y se sentía mejor. Ambos se hicieron muy buenos amigos.
Lolo
sin darse cuenta pasaba mucho
tiempo junto a ella, se contaban
cuentos e historias que hacían volar su imaginación y el tener
discapacidad ya no era un problema porque podía compartir con su nueva amiga
muchas cosas, eran tan amigos que se regalaban flores y chocolates de Bélgica. Con
el paso del tiempo Adi enseño a cantar a
su nuevo amigo y este ya cantaba como un ruiseñor tanto que parecía una misma
cigarra por su entonada voz
Un
día la cigarra le propuso hacer una fiesta al lado del cuarto de
herramientas del parque e invitar a sus compañeros, a él le pareció una
estupenda idea y se pusieron manos a la obra enumerando todo lo que
necesitaban: comida, atracciones y a quienes iban a invitar, diseñaron unas
invitaciones geniales.
Ese día Lolo quería impresionar a sus compañeros
y durante semanas ensayaron una canción que le hacia latir su diminuto corazón,
con ayuda de su amiga decoraron con muchos globos el lugar. Adi contrato
castillos inflables, toboganes y una animadora. Para sorpresa de todos los
invitados Lolo y su amiga cantaron una
canción que hablaba de un niño con problemas que en el cole recibía atención especial.
La canción emociono tanto a sus amigos que
alguna lagrima resbalo entre sus verdes alas. Ese día todos sus amigos se divirtieron mucho y Lolo se sintió súper
bien.
Después de ese día algo cambio, ya sus
compañeros le llamaban por su nombre y no se reían sin motivo; ya Lolo no veía a sus amigos desde lejos, sus
compañeros le incluían siempre en sus juegos y se sentía uno más. A menudo los papas saltamontes le pedían que cantase
una canción y este les complacía con la canción de su gran amiga Adi.
FIN.